El Cid, pintura de H.D.Johnson |
Es curiosa la muerte, cómo
transforma las cosas. El fallecimiento de una personalidad popular y con
grandes logros supone su inmediato ensalzamiento, se olvidan o arrinconan sus
defectos y se abrillantan las virtudes.
La oscura Edad Media contribuyó a la
creación del mito. Don Rodrigo Díaz contenía una vida con la materia prima
necesaria para llegar a ser un héroe, tanto entre el vulgo como entre la
aristocracia. En primer lugar lo moldearon los juglares, los chismorreos o los
que contaban cuentos al calor del fuego. Al poco tiempo participaron los nobles
y los clérigos.
Los juglares lo acogen con gran placer y el que no contaba sus hazañas es requerido por la audiencia a hacerlo. Para ello fueron muy considerados con algunos hechos de la vida del Cid que podían provocar rechazo o desaprobación. De esta manera el héroe fue construido a gusto del espectador que pagaba por oír historias que abrigaran sus fantasías. Pero todo esto no fue más que una semilla que cayó en el momento y lugar adecuado. A las gentes les entusiasmaba el héroe, soñaron con él y le dieron la mayor parte de su espíritu.
Poco después llegó la aristocracia y
el clero, usaron la chispa que se había generado para provocar las llamas de un
discurso que les fuera propicio en política o religión. Los nobles y reyes
castellanos usan la figura de Rodrigo Díaz en beneficio de su linaje y estirpe favoreciendo
el encumbramiento de la leyenda. El clero le dio la mística y la religiosidad a
la figura del Cid para usarlo como instrumento divulgador de la fe cristiana y
de fuente económica.
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Muerte legendaria del Cid.
La leyenda, o al menos alguna de
ellas, dice que la muerte de el Cid se produce defendiendo Valencia. Su fallecimiento
se oculta a su mesnada, al día siguiente lo montan a lomos de Babieca y dirige
a sus hombres a la victoria, ganando la batalla contra el invasor después de
muerto. Tal y como refleja el popular film “El Cid”. ¿Pero cómo se crea este
mito?
La historia nos dice que don Rodrigo
Díaz muere en el año 1099, en Valencia, a la edad aproximada de 50 años, lo que
en aquella época era ser un anciano. Es enterrado en la catedral de Valencia
que había sido restaurada por él unos años antes. Doña Jimena ostenta el poder tras
su muerte en los dominios de levante logrados por su marido. Esto dura poco
tiempo porque en 1102, los almorávides asedian Valencia y obligan a Jimena a
abandonarla a sus enemigos, a pesar de la ayuda del rey Alfonso VI.
Monasterio de San Pedro de Cardeña |
Los monjes de Cardeña deciden sacar
provecho de la figura del Cid para lo que redactan una nueva versión de la
historia del héroe castellano, “La
Leyenda de Cardeña”, en la que recogen las leyendas cidianas
de los juglares añadiendo santidad, beatitud y religiosidad cristiana al Cid,
al tiempo que lo asocian al monasterio de Cardeña. En esta leyenda es donde
aparece el Cid difunto y embalsamado que obtiene la victoria muerto sobre los
almorávides, equiparable a un santo defensor de la cristiandad, luchando por su
rey y por su fe.
Además en “La Leyenda de Cardeña”, el
Cid prepara en vida su embalsamación y plasma en su testamento ser enterrado en
el monasterio de San Pedro de Cardeña donde desea tener eterno reposo. También
en dicho testamento tuvo que determinar ciertas donaciones a favor de los
monjes por tales privilegios. Sigue relatando que las exequias celebradas en el
monasterio al Cid fueron el motivo de la toma de Valencia puesto que todos
querían acudir a honrar al héroe y dejaron la ciudad desierta, de forma que los
moros pudieron tomarla sin resistencia. Es más, doña Jimena se desentiende de
las innumerables riquezas que poseía su esposo recluyéndose en el monasterio
para orar y velar por el alma del héroe hasta el día en que llega su hora.
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Linaje cidiano.
Tal y como ocurrió con “La Leyenda de Cardeña”, otros
manuscritos eran respaldados y patrocinados por nobles, reyes y clérigos usando
la figura cidiana en beneficio propio. De esto no escaparía ni el “Cantar de Mío
Cid”, primera obra narrativa extensa de la literatura española y único cantar épico
conservado casi al completo, tras el que se adivinan los intereses del rey
Alfonso VIII y los conocidos monjes de Cardeña. De hecho los versos finales del
Cantar dicen, “¡Oy los reyes d´Espanna sos parientes son, / a todos alcança
onrra por el que en buena ora nasçió!”, proclamando así el parentesco del rey
de Castilla con el Cid lo que suponía símbolo de virilidad y legitimidad. Lo
cual era cierto ya que antes de su muerte casó a sus hijas Cristina con el infante Ramiro Sánchez de Pamplona y María con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III. Siendo García Ramírez el Restaurador, rey de
Pamplona, y Alfonso VIII de Castilla, nieto y
tataranieto del Cid Campeador.
Sello con las tumbas del Cid y doña Jimena en Cardeña |
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Periplo de los restos del Cid de Cardeña a la Catedral de Burgos.
En el s. XVIII los monjes
construyeron una Capilla de los Reyes y Condes donde ocupaban una posición
central las tumbas del Cid y doña Jimena rodeadas de nichos para sus
descendientes, incluyendo hasta parientes ficticios (estaban vacías). Tampoco
se olvidaron de Babieca que en teoría descansaba cerca de la entrada al
monasterio plantando unos olmos sobre sus restos.
Durante la invasión napoleónica, los
franceses llegaron a Cardeña y abrieron las tumbas. La conclusión de las autopsias
de los restos de don Rodrigo Díaz y doña Jimena fueron que el primero era un
hombre alto y fornido, y la segunda no era un mujer sino los restos de un varón
joven, posiblemente un novicio. Los huesos del Cid fueron llevados al
ayuntamiento de Burgos, excepto el codo derecho que fue expoliado y llevado a
Alemania. El rey Alfonso XII lo reclamó y fue devuelto uniéndose a los restos
en Burgos.
Ya a comienzos del siglo XX, don
Ramón Menéndez Pidal supervisó el nuevo entierro de los restos del Cid y doña Jimena
en el suelo del crucero de la Catedral de Burgos. Por fin el Cid descansaba en
un lugar grandioso propio de un rey o de un santo, pero sobre todo más digno
para un héroe.
Referencias:
- “Los Monjes de San Pedro de Cardeña y el Mito del Cid” de F. Javier Peña Pérez.
- www.wikipedia.org
- www.caminodelcid.org
- “La imagen del Cid en la historia, la literatura y la leyenda” Conferencia de Ian Michael. Biblioteca Nacional, 17 de mayo de 2007.
"El poema de Mío Cid: El Patriarca Rodrigo Díaz de Vivar trasmite sus Genes” de Jack Weiner.
“El Cid” de Richard Fletcher.
“La Posible Santidad del Cid” de José María Gárate.
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